A lo largo de la vida, la estructura del sueño se modifica. Los pacientes ancianos tardan más tiempo en dormirse y se despiertan más fácilmente, tienen frecuentes despertares por la noche y a primera hora de la mañana, y tienden a dormir siestas durante el día.
Estos cambios pueden ocasionar menor nivel de alerta y excesiva tendencia a dormir durante el día, cambios de humor y aumento del riesgo de caídas.
Las principales causas de los trastornos del sueño en los ancianos incluyen los cambios fisiológicos del sueño, alteraciones relacionadas con otras enfermedades que afectan a este grupo de edad y sus tratamientos, trastornos primarios del sueño o la combinación de varios.
En la enfermedad de Alzheimer (EA), el sueño se caracteriza por aumento de los despertares en duración y frecuencia, y aumento de las siestas diurnas, además de por disminución del sueño lento profundo (fase 3-4 del sueño no-REM) y del sueño REM.
El insomnio es el síntoma más frecuente y puede existir en cualquiera de las etapas de la enfermedad del Alzheimer (EA).
El término “caída del sol” o sundowning describe un conjunto de síntomas que ocurren durante el atardecer en pacientes con demencia.
Incluyen agitación, menor capacidad para mantener el nivel de atención a estímulos externos, desorganización del pensamiento y variedad de trastornos motores y alteraciones de la percepción, como ilusiones y alucinaciones, ansiedad, temor e ira.
Aunque el sundowning no ocurre en todos los enfermos con demencia, puede acompañarse de alteración importante del ritmo del sueño. El tratamiento adecuado de los problemas del sueño nocturno puede atenuar los síntomas del sundowning.
El daño de las vías neuronales que inician y mantienen el sueño puede explicar los trastornos del sueño en la enfermedad de Alzheimer (EA), fundamentalmente la disminución de la función colinérgica, dado el papel de la acetilcolina y de sus precursores en la inducción de sueño REM.
La secreción de melatonina, que disminuye con la edad, se ha encontrado significativamente disminuida en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con Alzheimer en comparación con controles de edad similar, lo que puede determinar las alteraciones del ritmo vigilia-sueño que frecuentemente presentan los pacientes con Alzheimer.
Además del tratamiento farmacológico, siempre es necesaria la modificación de hábitos y factores externos que alteran el ciclo normal del sueño, ya que las interacciones entre la luz ambiental, el ejercicio físico y la actividad social reglada durante el día, entre otros, influyen sobre la calidad del sueño.
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