El té blanco es una variedad de té levemente oxidado, cultivado y cosechado exclusivamente en China, principalmente en la provincia de Fujian.
El té blanco viene de delicadas yemas y hojas jóvenes de la planta Camellia sinensis originaria de China. Estas yemas y hojas se las seca a los rayos del sol y son ligeramente procesadas para prevenir la oxidación o la futura fermentación. Esto preserva las características de sabor del té blanco.
Se conoce comúnmente como té blanco por sus vellosidades de color blanco y plata en las yemas aún no abiertas de la planta de té, que dan a la planta una apariencia blancuzca.
Entre sus múltiples propiedades y beneficios, la más importante de ellas es que es el antioxidante mas potente de la naturaleza.
Se estima que es 100 veces más eficaz en la lucha contra el envejecimiento y diversas enfermedades que el té verde, ya que contiene cuatro veces más polifenoles y catequinas (potentes antioxidantes) y muy conocidos por aumentar las defensas del organismo y neutralizar la actividad de los radicales libres culpables de la oxidación celular, envejecimiento y responsables en muchísimos otros casos de la aparición de cáncer.
También se cree que el té blanco tiene muchas otras propiedades y beneficios. Entre ellas destaca la de ser bueno para las caries, tener una eficacia mayor a las vitaminas C y E, aportar energía, combatiendo la fatiga y el agotamiento mental (ya que contiene cafeína), es diurético y favorecería la eliminación de grasas, mientras que también se cree que es bueno para disminuir los niveles de colesterol malo.
Además, el té blanco protege nuestro corazón, ayuda a prevenir infartos y regula la presión sanguínea.
El té blanco es una medida natural de intentar combatir el cáncer. Posee, según cientos de estudios, numerosas propiedades anticancerígenas, incluso más potentes que las que tiene el té verde, según estudios realizados en el Instituto de la Universidad del Estado de Oregón.
Debido al potentísimo efecto antioxidante del té blanco, ha sido comprobado su potencial en la protección de nuestra piel en contra de las células dañinas y el cáncer.
Protege contra las mutaciones del ADN (etapas primeras del cancer) así como de la célula Langerhans, generada en la piel expuesta al sol, que permite evitar el cáncer de piel al crear una barrera a modo de escudo inmunológico.
Asimismo los polifenoles del té, parecen bloquear la formación de tumores malignos en la piel actuando tras la permanencia prolongada de la misma al sol.
Junto a su poder adelgazante, el té blanco acelera el metabolismo, favoreciendo la reducción de grasa corporal y colesterol. Depurador, desintoxicante, estimula también las secreciones digestivas, con lo que facilita la digestión de los alimentos grasos.
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