grasastransEl estrés nos hace comer más. Y no, no buscamos en esos momentos frutas o verduras; buscamos alimentos calóricos.

Es cuestión de placer: comer calorías nos da más placer. El dato indica que el 40% de las personas incrementa su consumo de alimentos calóricos en situaciones de estrés y nerviosismo.

Lo apuntan el coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Albert Lecube, y la secretaria general de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Susana Monereo, con motivo de la celebración del Día Nacional de la persona obesa.

El estrés funciona como un ritmo circadiano e interactúa con otros sistemas para regular una gran variedad de funciones endocrinas, inmunológicas, metabólicas y cardiovasculares. Así, el estrés produce la activación del eje hipotálamo-hipofisario-glándula adrenal, favoreciendo la producción de corticoides por las glándulas adrenales.

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De hecho, en el cerebro hay receptores para esta hormona que al ser estimulados actúan como factores de transcripción o regulando la expresión de algunos genes. «Cuando estamos en una situación estresante tenemos tendencia a comer aquellos alimentos llamados de ‘recompensa’, que son los que nos dan un mayor placer, ya que son ricos en azúcares y grasas», comenta Lecube.

La población de mayor riesgo son los niños y adolescentes debido a que su cerebro no está del todo desarrollado y, por tanto, adquieren unos hábitos alimenticios que, en un futuro, pueden provocar sobrepeso u obesidad. Ahora bien, la secretaria general de SEEDO ha recordado que los alimentos calóricos sólo producen un «bienestar» por un periodo corto de tiempo, por lo que cuando una persona está estresada y consume compulsivamente comida de alto contenido graso para «paliar» su estrés, a los pocos minutos de dicha ingesta vuelve a padecer ese nerviosismo.

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