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» Un texto anónimo de la tradición dice que cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar.
Los constructores pueden demorar años en sus tareas, pero un día terminan aquello que estaban haciendo. Entonces se paran, y quedan limitados por sus propias paredes.
La vida pierde el sentido cuando la construcción acaba.
Pero existen los que plantan.
Estos a veces sufren con las tempestades, las estaciones y raramente descansan. Pero al contrario que un edificio, el jardín jamás para de crecer.
Y, al mismo tiempo que exige la atención del jardinero, también permite que, para él, la vida sea una gran aventura.
En la historia de cada planta está el crecimiento de toda la tierra.»
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