AEs una de las frutas más ricas en carotenos, unas sustancias que nuestro cuerpo transforma en vitamina A, necesaria para la visión y la inmunidad.

Las dietas que proporcionan una alta cantidad de carotenoides se han relacionado con una disminución del riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, cataratas y degeneración macular senil, aunque los estudios no son concluyentes.

Los efectos cardioprotectores del consumo de esta fruta se vinculan con sus flavonoides, de entre los que destaca la quercetina.

Sus ácidos orgánicos (como el málico o el cítrico) potencian la acción de la vitamina C y pueden favorecer la absorción intestinal del calcio y se han vinculado con la prevención de los cálculos renales derivados del ácido úrico.

Usos: además de crudas, pueden utilizarse para elaborar compotas o pasteles. Se puede desecar para elaborar los orejones de albaricoque (se retira la piel, se deshuesa y se trocea para desecar).

Cuándo y cómo elegirlos: su mejor época oscila entre mayo y agosto, aunque pueden conseguirse también en invierno. Conviene consumirlos maduros (que cedan al apretarlos con el dedo), pero no escogeremos piezas dañadas o demasiado blandas. Un color más rosado es una buena pista.

Cómo conservarlos: deben guardarse en la nevera y consumirse en 3 o 4 días desde su compra.

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