«Un cáncer no es un paréntesis es parte de la vida»

«Un cáncer no es un paréntesis es parte de la vida»

Entrevista a Sandra Ibarra, exmodelo y comunicadora a la que la vida ha proporcionado un máster de sabiduría y supervivencia.

Hoy las leucemias se curan en un 80%, pero eran casi una sentencia de muerte cuando se la diagnosticaron. El cáncer truncó su sueño de ser modelo y comunicadora… y hoy es modelo y comunicadora de cómo vivir durante un cáncer: desde la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad frente al Cáncer capta fondos para la investigación en favor del bienestar de los pacientes.

En su libro Las cuentas de la felicidad (Planeta), subtitulado Hay vida durante el cáncer, relata los duros trances superados e infunde ánimos a quienes aspiran a protagonizar su propia vida, con cáncer o sin él.

Cuándo sabes que te has curado del cáncer?
Cuando puedes oír tu canción preferida y no llorar.

¿Está curada del cáncer?
Curada, y más sana que tú.

¿Cómo lo sabe?
Todas mis analíticas salen perfectas.

Del cáncer se sale.
Yo me rebelé contra la conspiración de silencio. ¿Debía ocultarme por estar enferma? ¡No! Salí a los medios y dije: «Soy Sandra Ibarra, soy modelo y tengo cáncer. Y me voy a curar en la Seguridad Social».

¿Qué le habían diagnosticado?
Leucemia linfoblástica aguda. Era marzo de 1995, yo tenía 20 añitos… y muchos proyectos: trabajar como modelo y cursar Ciencias de la Comunicación.

¿Qué síntomas le alertaron?
Fiebres, catarros, flojeras, dolores. Peregriné de médico en médico: me veían joven y guapa, hermosa melena, formas llamativas… ¡Les costó ir más allá de la apariencia!

¿Cómo se lo dijeron?
Quedé ingresada y el doctor me dijo: «Tienes el 95% de la médula ósea dañada. Si superas este fin de semana…, ya hablaremos del tratamiento».

Y lo superó.
Rompo estadísticas. De hecho, no valen estadísticas: hay 200 tipos de cáncer y cada persona es un mundo. ¡No debería decírsele a nadie que le queda equis tiempo!

¿Cómo debería actuar el médico?
Con cariño, afecto, humanidad, calor: eso es curativo. Y si no, ¡es un mal médico!

¿En qué consistió el tratamiento?
Quimioterapia y encerrarme en una burbuja aséptica para suprimir mi sistema inmunológico y hacer viable un trasplante de médula ósea compatible.

¿De quién fue esa médula ósea?
De mi hermano César. Inscríbete como donante de médula ósea: basta con un análisis de sangre. Y, con suerte, ¡salvarás una vida!

¿A usted se la salvó César?
¡Dos veces! Me curé, y siete años después… volvieron a diagnosticarme otra leucemia.

¿Cómo se supera eso?
Fue un golpe durísimo. Ya sabes lo que te espera si quieres intentar seguir adelante…

¿Y qué te espera?
El sufrimiento de los que amas. Y, en mi caso, mareos, náuseas, vómitos, diarreas, herpes, calambres, latigazos, dolores óseos, ansiedad, arrugas, ojeras, caída de cabello, de cejas y pestañas, salida de vellos por cara y brazos, uñas frágiles, piel seca… Me quedé sin saliva, con el ojo seco y casi ciega.

Qué panorama, qué espanto.
Con mucha hidratación, pomadas, gotas, vitaminas naturales, áloe vera, rosa mosqueta… recuperé mis mucosas y mi piel.

La veo muy bien, ha vencido al cáncer.
No me gusta esa terminología bélica. No he vencido: he vivido. He vivido con mi cáncer. No me gusta que digan que el cáncer ha sido un paréntesis en mi vida.

¿Por qué no?
¡Todo es vida! Durante el cáncer estaba viva. Rechazo lo de «hay vida después del cáncer», ¡porque hay vida durante el cáncer!

Pero ¿qué vida?
Llegué a sentirme extraterrestre, a no reconocerme, ¡pero jamás me descuidé físicamente! Eso precede al descuido emocional.

Buen consejo.
Me afeité e iba con pañuelos, siempre coqueta, y con minifalda y tacones. ¡Nada de hacerme la enferma! Aunque tengas un cáncer, ¡sé tú el protagonista de tu vida!

No debe de ser fácil…
Cuanto más enferma estaba, ¡más viva me sentía! Sentía qué quería. Es terrible decirlo, ¡pero la experiencia merece la pena!

Dicho así…
¡Así hay que vivir!, como con cáncer. Ve a una planta de oncología: ¡aprenderás cómo vivir la crisis. A mí me basta pensar «¡tengo saliva!» para sentir una honda felicidad…

Ya entiendo.
Al despertarme, me alegra pensar: «¡Ahora puedo levantarme e ir donde quiera!». O: «Qué bien, hace sol». O: «Bravo, llueve». O: «Rico, el café»… He sufrido, pero ¡ahora sí me salen las cuentas de la felicidad!

¿Cuál ha sido el peor momento?
El segundo diagnóstico. «¿Y ahora qué me cuento para seguir?», me pregunté. Estaba sin trabajo, mudándome de piso y mi novio me dejó. ¿Podía pasar algo más? ¡Pero todos somos más fuertes de lo que pensamos…!

¿Quién le ayudó más?
El cariño de mi madre, el cariño de los que te quieren. Por eso la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad frente al Cáncer: para apoyar a los que están tratándose.

¿Qué diría al entorno del paciente?
No le hagáis de psicólogo, no le deis consejos. Basta con estar a su lado. ¡Eso cura!

¿Algún truco durante el tratamiento?
Descubrí que la Coca-Cola -revuelta para quitarle gas- me asentaba el estómago… y podía comer sin vomitar. ¡Eso abre un ciclo muy virtuoso! Y que la crema Nivea para la piel seca huele poco y no da náuseas.

¿Teme que el cáncer vuelva?
No lo pienso. Me he dado el alta definitiva.

¿Cuál es su propósito ahora?
Ser madre después de dos cánceres. ¡Vivir con mayúsculas! Vivir mi leyenda personal: convertir problemas en objetivos.

¿Qué responsabilidad tenemos sobre nuestro cáncer?
La misma que con la vida. Tu cuerpo enferma, pero ¡no tu mente! Actúa, pues si actúas es porque piensas que todo irá bien.

Fuente La Vanguardia