Si nuestra comida diaria está basada en azúcares simples, cereales refinados, bebidas azucaradas y gaseosas, un exceso de fruta, fruta tropical, sal refinada, lácteos, incluyendo todo tipo de quesos que provengan de animales mamíferos, aceite crudo, margarinas, grasas hidrogenadas, alimentos congelados, verduras solanáceas, alimentos de origen animal (carnes rojas, embutidos, jamón, aves, huevos), estimulantes, químicos, conservantes, bebidas frías, azucaradas, helados, así como un exceso de agua y líquidos, nuestro organismo pierde su equilibrio interno.
Como el cuerpo, constantemente, busca el equilibrio con el medio ambiente, si el exceso producido por este tipo de alimentos es superfluo, se elimina de forma natural, pero si excede la capacidad de eliminación del cuerpo, este exceso se acumula y, desde la visión Oriental, puede dar lugar a enfermedades comunes, degenerativas y ser el comienzo orgánico del cáncer.
Podríamos, entonces, diferenciar la eliminación normal de la eliminación anormal.
La eliminación normal se lleva a cabo mediante los procesos de micción, defecación, respiración (expulsión de CO2) y sudoración, en la que los compuestos químicos excesivos se descomponen en compuestos simples y, finalmente, en dióxido de carbono y agua que luego se expulsan.
La descarga también se lleva a cabo mediante la actividad física, mental y emocional. La descarga mental se efectúa en forma de ondas vibratorias, mientras que emociones como el enfado indican que se están descargando gran cantidad de exceso de alimentos que, probablemente, estén desequilibrando las funciones hepáticas.
Las mujeres tenemos varios medios adicionales mediante los que descargamos el exceso de manera natural como la menstruación, el parto y la lactancia.
En el hombre se compensa esta descarga con actividad física intensa, mental y social. Pero si la cantidad de exceso es grande, estos procesos naturales no son capaces de eliminarlo y, entonces, comienzan diversos procesos anormales a los que les podemos llamar eliminación de ajuste o descarga.
Son procesos esporádicos que van desde fiebre, tos, diarrea, micción frecuente (en las mujeres más de cinco veces al día, en los hombres más de cuatro), incluyendo la micción nocturna, sudoración anormal, calambres, tics nerviosos, temblor de piernas, tiritar, etc.
También se puede dar la descarga normal a través de pensamientos, emociones o sueños de índole negativa. Este tipo de descarga tendrá una relación directamente proporcional a la cantidad de exceso ingerido.
Si el desequilibrio alimenticio es continuado, el exceso puede comenzar a eliminarse por la piel, dando origen a una variedad de alteraciones cutáneas como un simple sarpullido, hongos, soriasis, eccemas, o formas más severas de eliminación como el cáncer de piel.
Las enfermedades cutáneas nos muestran el síntoma de lo que ocurre en el interior del cuerpo. Así, que tapar el síntoma con cremas, ungüentos o medicamentos, sin cambiar los hábitos alimenticos o el estilo de vida, sólo conseguirá ocultar la molestia y retrovertir al interior el desajuste.
En la etapa en la que el volumen de exceso consumido es mayor que la capacidad que tiene el cuerpo para descargar, este exceso tenderá a depositarse hacia la periferia del cuerpo.
De este modo se acumularía en los senos paranasales, donde se manifiesta en forma de mucosidad colapsando muchas veces la nariz y los ojos; y en momentos como la primavera, con una proliferación de polen en el ambiente, o cuando se está en espacios con mucho polvo, estas partículas entran por la nariz, y las membranas mucosas saturadas de moco (exceso), en un esfuerzo para expulsarlo al exterior, reaccionan.
A estas reacciones se les conoce como alergias primaverales o fiebre de heno, y en realidad, no son más que mecanismos de defensa que eliminando la alimentación desequilibrada desaparece.
Estos excesos también se pueden acumular en los oídos o los pulmones. Cuando son en los oídos, estas acumulaciones, pueden llegar a ocasionar dolores intensos y hasta pérdida de audición.
El cúmulo en los pulmones, obviando síntomas como tos o congestión pulmonar, son el comienzo de un proceso más serio como quistes o tumores cancerígenos que se podrían diagnosticar por un consultor macrobiótico cualificado, apretando con el dedo la zona debajo de las cuerdas vocales en el centro de la garganta.
En las mamas o senos (espacios cóncavos o huecos) los excesos yin o expansivos son susceptibles de acumularse como depósitos de ácido graso que toman la forma de líquido pegajoso y pesado, y más tarde se convierte en quistes, igual que el agua se convierte en hielo.
En los intestinos se acumulan en forma de mucosidad y grasa expandiéndolos y dando lugar a un abdomen hinchado.
Los riñones también son un lugar frecuente para la acumulación de mucosidad y ácidos grasos, pues están comunicados al exterior mediante la vejiga y la vía urinaria, y cuando estos cúmulos no pueden atravesar la fina red de células del interior de estos órganos, los riñones comienzan a acumular agua y se inflaman de forma crónica, el fluido que no se puede descargar orgánicamente se deposita en las piernas produciendo inflamación y debilidad periódicos y, al mismo tiempo, la persona suda en exceso.
Acumulación en los órganos sexuales: en los hombres, la glándula prostática se ensancha dando origen a la impotencia o disfunción eréctil, entre otros. En las mujeres los cúmulos se depositan en los ovarios, el cuello uterino y las trompas de Falopio.
Estos cúmulos pueden ir desde quistes y tumores hasta la obstrucción de las trompas, evitando el proceso de fecundación por la dificultad del viaje del esperma al óvulo sorteando la grasa acumulada, siendo ésta una de las causas de infertilidad.
Una dieta basada en cereales integrales en grano, legumbres, verduras de estación, fermentos naturales, algas marinas, frutos secos y semillas, uso moderado de aceite de buena calidad, fruta de estación, edulcorantes naturales (melaza de quínoa, arroz, cebada, maíz), una pequeña cantidad de proteína animal, si se desea y la condición lo permite (pescado), sal marina no refinada, agua de manantial y remedios caseros específicos, junto con un estilo de vida natural, podrían ser suficientes para eliminar los excesos orgánicos; pero si no se frena este proceso de acumulación se empezará a almacenar en órganos internos, venas, arterias, y llevar a la degeneración sanguínea y linfática.
Podríamos concluir que aunque hay factores emocionales, mentales y medioambientales que nos llevan a sufrir de cáncer, a nivel físico, la degeneración sanguínea y linfática son la causa principal .
Sobre el Autor
Patricia Restrepo
Escritora. Directora fundadora del Instituto Macrobiótico de España en Valencia y co-fundadora del restaurante orgánico Kimpira.
Consultora macrobiótica, Coach en nutrición y profesora de Yoga
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