El miso es una pasta que se obtiene tras un proceso de fermentación de la soja o la combinación de ésta con algún cereal,utilizando para ello un fermento llamado koji.

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En el proceso de fermentación, se eliminan las sustancias anti nutrientes de la soja que podrían inhibir la fijación de hierro, y otros minerales, resultando así un alimento altamente nutritivo.

Probablemente, sea el alimento más conocido de la alimentación macrobiótica. Su fama y popularidad son bien merecidas; no sólo por su sabor, sino también por sus múltiples propiedades.

Propiedades:

Poder enzimático: Uno de los principales beneficios de introducir el miso en nuestra dieta diaria es su gran contenido en enzimas. Durante el proceso de fermentación se desarrollan un gran número de enzimas digestivas que ayudarán a mejorar la digestión y la asimilación de nutrientes.

Salud intestinal: Gracias a su aporte de enzimas contribuye también a mejorar la flora intestinal. Durante el proceso de fermentación, se desarrollan también lactobacilos que actuarán como probióticos a nivel intestinal, ayudando así, a equilibrar la flora.

Alcalinizante: El miso es además, un alimento altamente alcalinizante, favoreciendo la depuración de la sangre.

Poder anti radioactivo: El miso tiene un efecto protector contra la radioactividad. Estudios de la Universidad de Hiroshima confirman que además, ayuda a eliminar metales pesados y elementos radiactivos del cuerpo.

Uno de sus componentes, facilita la expulsión de partículas radiactivas, siendo muy interesante su uso durante los tratamientos de quimio o radioterapia, así como cuando nos exponemos a rayos X o cualquier otra fuente de contaminación electromagnética, incluyendo el trabajo excesivo frente al ordenador!

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Fuente de proteínas: Aunque el consumo de miso recomendado es de una cucharada de postre por tazón de sopa. No debemos olvidar que su contenido en proteínas llega hasta un 20%, siendo su patrón de aminoácidos similar al de la carne. La combinación de soja y cereal ayuda a complementar los aminoácidos esenciales en una proporción adecuada para obtener una proteína de alto valor biológico.

Vitalidad: El consumo habitual de miso ayuda además, a mantener un nivel energético adecuado, gracias a su aporte de carbohidratos.

Existe una gran variedad de misos en el mercado y con paciencia y el fermento adecuado, podrías elaborar en casa misos de otro tipo de legumbres y cereales.

Cómo esto no resulta muy práctico, cuando vayas a comprar el producto, asegúrate de elegir uno que sea de calidad, biológico y sin potenciadores de sabor o azúcar.

Si puedes, elige el miso no pasteurizado, contiene más fermentos vivos y enzimas.

Tipos de miso:

Hatcho miso: Elaborado exclusivamente con soja, su sabor es más intenso y es el más concentrado. Su fermentación es de las más largas, de 24 a 30 meses, y es el más proteico. Se utiliza con más frecuencia en invierno y para personas más debilitadas o en periodos de convalecencia. Ofrece otra ventaja, al no contener cebada es apto para celiacos.

Mugi miso: Quizás sea el más utilizado. Elaborado con una combinación de soja y cebada, con él se prepara habitualmente la conocida sopa de miso. Su proceso de fermentación es algo menor que el anterior. De sabor ligeramente salado, es altamente reconstituyente. El miso, se añade al final de la cocción, evitando que hierva para preservar mejor sus propiedades enzimáticas.

Genmai miso: Preparado con soja y arroz integral, su proceso de fermentación es de unos 18 meses. Es ideal para la preparación de aliños para ensaladas y para equilibrar los purés de verduras dulces. Aportará un sabor salado muy sutil, sin enmascarar el del alimento que estés utilizando. Al no contener gluten es también apto para celiacos.

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Shiro miso: Elaborado con soja y arroz blanco. Tiene una fermentación inferior a los dos meses, lo que le confiere un sabor que puede incluso resultar ligeramente dulce. Ideal para el verano, para personas que prefieren sabores poco salados y para niños. Los celiacos pueden, una vez más, beneficiarse de las propiedades del miso con esta variedad.

Cocinando el miso:

Para preparar una sopa de miso no hace falta que utilicemos mucha cantidad. 1 c.p. por taza suele ser suficiente.

Cuando elaboremos la sopa, una de las cosas a tener en cuenta es que el miso no debe hervir, pues así disminuiría su poder enzimático, por eso es importante añadirlo al final de la cocción.

¿Quieres una receta fácil?… prueba ésta: “Sopa de miso exprés”… súper rápida!!, tendrás 2 platos listos en menos de 10 minutos.

Además de para sopas, puedes utilizarlo en la elaboración de quesos veganos y de patés a los que aportará un equilibrado sabor salado.

Es estupendo también para la preparación de salsas y aliños para tus ensaladas. Los puedes preparar para toda la semana y guardarlos en el frigorífico en un tarro de cristal.

Te dejo uno de mis preferidos…

Vinagreta:

Ingredientes: 1 c.p. de vinagre de arroz, 2 c.p. de shiro miso, 3 c.s. de agua.

Mezcla bien todos los ingredientes. Puedes utilizar un tarro de cristal con tapa y sacudir bien. La vinagreta aguanta bien en el frigorífico varios días.

Sobre unos puerros al vapor. Queda deliciosa!!

Sobre el Autor

Isabel Moreno , Consultora Macrobiótica y profesora de alimentación saludable

Contacto: isabel@macrosano.com
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