Las enzimas son proteínas que se producen en el interior de los organismos vivos y que están especializadas en favorecer o hacer posible reacciones específicas del metabolismo. En general, se pueden clasificar de un modo práctico en tres grupos:
– Digestivas. Permiten que nuestro organismo aproveche eficazmente los nutrientes de los alimentos que conforman la dieta. Estas enzimas son secretadas a lo largo del tubo digestivo.
– Metabólicas. Se producen en el interior de las células del cuerpo y contribuyen a la eliminación de sustancias de deshecho y toxinas, intervienen en procesos de obtención de energía, la regeneración de las células y en el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
– Dietéticas o enzimas de los alimentos. Forman parte de la composición de alimentos crudos; la mayor parte de las enzimas se destruyen por la acción del calor. Favorecen los procesos digestivos y el funcionamiento de las otras enzimas.
Déficit de enzimas y sus sintomatología
La carencia o destrucción de enzimas puede ser debida a la presencia de ciertas patologías, al propio proceso de envejecimiento o a ciertas afecciones digestivas que afectan sobre todo a estómago e intestino.
El déficit enzimático se asocia a procesos de fermentación y putrefacción de los alimentos parcialmente digeridos, lo que puede dar lugar a los siguientes síntomas: dispepsia o digestiones difíciles, flatulencia o aerofagia, problemas de la piel, astenia o fatiga, dolores musculares o articulares, mayor riesgo de cálculos biliares, reacciones alérgicas e infecciones frecuentes, etc.
En cualquier caso, lo recomendable es realizar una dieta equilibrada, en la que abunden los vegetales frescos de consumo en crudo, y en caso necesario, recurrir al empleo de suplementos de enzimas, para asegurar el aprovechamiento completo de los nutrientes de los alimentos ingeridos y evitar la acumulación de sustancias tóxicas de nuestro organismo.
¿Dónde encontrarlas?
Son alimentos ricos en enzimas: los vegetales que se consumen crudos como verduras y hortalizas, frutas, germinados, alimentos fermentados, melaza y bebidas tan refrescantes como la horchata de chufa.
Cabe destacar enzimas como la bromelina o bromelaína de la piña y la papaína de la papaya que, tomados en comprimidos, facilitan la digestión de las proteínas.
Además, existen en el mercado, preparados enzimáticos que facilitan la digestión de proteínas, grasas e hidratos de carbono, muy útiles en personas con déficit enzimático.
Fuente consumer.es
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