El té kombucha, también llamado Hongo del té, es una bebida fermentada que cualquier persona puede preparar muy fácil en su casa, simplemente gracias a la acción de dicho hongo.
La kombucha en realidad es una colonia de diferentes tipos de microorganismos beneficiosos, principalmente levaduras y bacterias, que son las que llevan a cabo el proceso fermentativo del té.
Ya era bien conocido antiguamente hace muchos años por la cultura asiática, concretamente en la China, posteriormente se extendió a diferentes zonas de Rusia y finalmente Alemania y Francia, desde donde fue conocido por el resto de Europa y América del Norte.
Muy valorado en todo caso por su larga lista de propiedades medicinales para potenciar nuestra salud en general.
Procedimiento:
La elaboración es totalmente casera, natural y saludable. Sólo debemos tener en cuenta estos tres sencillos pasos:
* Para empezar, preparamos un té convencional. De entre las múltiples variedades existentes, podemos optar por ejemplo por un té verde Sencha, si buscamos potenciar la capacidad antioxidante de nuestra bebida, un te blanco Pau Mu Tan si nos gustan los tes de gusto suave o incluso un Bancha, si no deseamos aportar nada de teína, en cuyo caso incluso podrían disfrutar de sus virtudes los más pequeños de la casa.
La cantidad aproximada sería en torno a un litro de agua por cada dos cucharillas de hojas de té.
* Posteriormente, ya colado y a punto, le añadimos el azúcar a nuestro té, preferiblemente si es integral, es decir, la llamada panela o el azúcar de caña mascavado. Utilizaremos alrededor de tres cucharadas soperas por cada litro de preparación.
* Y como último punto, cuando el te endulzado haya templado, lo vertemos dentro de un tazón grande de vidrio o de porcelana de boca ancha, de más de un litro de capacidad para que le quede espacio para respirar y allí mismo incorporamos la kombucha.
La kombucha en un principio tendrá un tamaño más bien pequeño, de unos 120 ml de peso, con el tiempo y los buenos cuidados irá creciendo en superficie. Debemos dejarlo que repose dentro del recipiente tapado con un pañuelo fino, en un lugar oscuro y fuera de la nevera, evitando tocarlo en todo el proceso.
El número de días que necesita para llevar a cabo la fermentación depende de la temperatura ambiental a la que se encuentre, así como de la cantidad de oxígeno, pero tendremos que esperar mínimo 10 o 12 días.
La interacción de levaduras y bacterias beneficiosas durante el proceso de fermentación, es la responsable de transformar la infusión primera en otra nueva bebida muy sabrosa, con un sabor ligeramente ácido y nutricionalmente llena de vitaminas, minerales, enzimas y ácidos orgánicos esenciales, entre los que destacan los ácidos siguientes: glucorónico, láctico, úsnico, acético, tartárico, málico, cítrico, glucónico, carbónico y pequeñas proporciones de ácido etílico.
Propiedades:
Los beneficios del te kombucha se deben a los ácidos resultantes del proceso de fermentación.
Los más importantes a tener en cuenta son los siguientes:
Normaliza el tránsito y favorece las paredes del intestino, ya que nos aporta flora bacteriana amiga. Por esta razón resulta también de gran indicación en infecciones vaginales o bucales por levaduras oportunistas como la Candida Albicans.
Tiene efectos antimicrobianos frente a infecciones virales y bacterianas. También lucha contra un buen abanico de parásitos intestinales y por otro lado aumenta las defensas de nuestro sistema inmunitario, protegiéndonos contra gripes y resfriados.
Los polifenoles del te proliferan y se multiplican durante el proceso de fermentación, resultando más asimilables para nuestro organismos y mejorando su capacidad antioxidante. Un aspecto muy notable sobretodo a nivel de nuestra piel.
Depura el hígado y desintoxica todo el organismo de posibles contaminantes acumulados. También ayuda a la eliminación de líquidos, por tanto es de indicación en problemas renales, acumulación de ácido úrico por gota, así como afecciones de tipo linfático.
Disminuye la incidencia de distintos tipos de cáncer en personas que lo consumen con regularidad.
Reduce los niveles de colesterol malo, es decir, el colesterol tipo LDL, al mismo tiempo que hace subir el colesterol saludable HDL.
Equilibra el pH interno, pues es un potente alcalinizante de nuestro cuerpo y supresor del exceso de acidez consecuencia de una mala alimentación o de un estrés diario mantenido.
Mejora la digestión, esto es debido a su concentración en enzimas digestivas naturalmente presentes, por lo que disminuye la producción de gases y la desagradable sensación de hinchazón que presentan algunas personas después de comer. Principalmente en comidas con exceso de carne o de grasas saturadas, ya que mejora la conversión de las proteínas en unidades más pequeñas y fáciles de digerir como son los aminoácidos.
Activa la circulación sanguínea de miembros distales, ayudando en diferentes procesos inflamatorios como la pesadez de piernas propia del verano a raíz del calor estacional, las migrañas persistentes fruto de una mala vasodilatación periférica o bien las hemorroides, que en realidad son pequeñas varices internas por trombo venoso.
Facilita la absorción de minerales, mejorando la asimilación del calcio por parte de los huesos en colaboración con el magnesio.
Disminuye el dolor articular en personas que padecen inflamación de las articulaciones por artritis u otras enfermedades reumáticas diversas.
Normaliza la presión arterial, por lo que actúa como hipotensor si ésta se encuentra alto o bien la regula si padecemos mareos o vértigos por basada de tensión.
Interviene en el metabolismo de vitaminas como la B12 por parte del intestino delgado y otras liposolubles como la K, tan importante para nuestros huesos y corazón.
Activa las funciones del páncreas, por lo tanto mantiene en correcto equilibrio los picos de glucosa sanguínea en personas diabéticas o en aquellas que sufren intolerancia a la glucosa.
Mejora el rendimiento celular, aumentando la capacidad de oxigenación de las mitocondrias de todo nuestro cuerpo, por lo cual es de gran importancia dentro del mundo deportivo, para potenciar el rendimiento final durante las horas de mayor esfuerzo físico. Así mismo, mejora la concentración, la memoria y previene procesos degenerativos del sistema nervioso central, como el Parkinson o la Demencia por Alzheimer.
Tiene un efecto relajante, ansiolítico y regulador del sueño, en definitiva, potencia la sensación de bienestar tanto mental como emocional.
Ya tenemos por tanto más de una razón para adquirir nuestra propia kombucha y empezar a disfrutar no sólo de su agradable sabor sino también al mismo tiempo de sus infinitas virtudes.
Será ideal poder tomarnos un vasito de té kombucha a cualquier hora del día, de gran indicación en ayunas o bien un rato antes de las comidas principales, aunque si lo que buscamos es su efecto de bienestar no dudemos en tomarnos una taza antes de dormir o como postre para nuestra cena.
Ciñéndonos al proceso indicado nuestro hongo durará eternamente.
Resulta muy agradecido ver como va creciendo, de manera que podremos seguir el ritual con las personas de nuestro entorno, donando un trozo de nuestro hongo a aquellas que más estimamos, y así compartir nuestro conocimiento y, como no, nuestro cuidado, nuestro pequeño recuerdo.
Sobre el Autor
Belén GARCÍA LÓPEZ
Diplomada en Fisioterapia
Postgrado en Neurología
Graduada en Naturopatía
Homeópata
Nutricionista Experta en Macrobiótica
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