Al caminar conseguimos relativizar los problemas y centrarnos solo en nuestro propio yo, y es entonces cuando entramos en contacto con nuestra parte instintiva, que empieza a hablarnos .
Caminar no es solo una forma de cuidar de nuestra salud. Muchos hablan incluso de un tipo de cultura donde andar, simboliza un modo de avanzar en nuestro día a día rompiendo esquemas y creciendo emocionalmente.
Caminar, para vivir despacio
No cabe duda de que en nuestro día a día pensamos, reflexionamos y tomamos decisiones a cada momento. Ahora bien, la pregunta clave sería: ¿Lo haces en libertad y sin tensiones?
En ocasiones cuesta, porque tenemos muchas presiones a nuestro alrededor. En casa siempre hay ruido, la televisión, los niños…
Vamos al trabajo, a comprar, quedamos con amigos y, al final del día, estamos tan cansados que cuando llegamos a la cama solo queremos “desconectar y dormir”.
Es lo normal. De ahí la importancia de establecer un tiempo determinado a lo largo del día para salir a caminar… Y pensar.
Entre media hora y una hora al día
Caminar entre media hora y una hora al día sería lo más saludable. Los fines de semana, si te apetece y dispones de más tiempo, puedes organizar alguna ruta para poder alargar ese paseo porque los beneficios son múltiples.
Si no estás acostumbrado al ejercicio físico será suficiente con pautar media hora diaria en las primeras horas de la mañana, cuando hace menos calor.
Este corto intervalo de tiempo ya le permite a nuestro corazón el poder activarse y poner en marcha un sinfín de procesos: la oxigenación, la correcta circulación, acompasar el ritmo cardíaco, quemar calorías…
Caminar para vivir más despacio
Es posible que esta frase te parezca un tanto extraña. No obstante, si estás ya habituado a caminar sabrás a qué nos referimos.
En los últimos años se ha puesto de moda el llamado “Slow Movement” o el movimiento lento, el desacelerar nuestra realidad para poder permitirnos disfrutar más de las cosas y del “aquí y ahora”.
Este concepto nos enseña a ser mucho más contemplativos, a desconectar y, a su vez, a entrar en contacto con nosotros mismos.
Caminar nos ayuda a conseguir todo esto. Porque cuando andamos, solo importan el cielo, el camino que tienes por delante y tú mismo .
Caminar como técnica para pensar
A lo largo del día recibimos muchos estímulos. De nuestros familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo, redes sociales…
Todo ello es información acumulada que pocas veces tenemos tiempo de procesar, de analizar con detalle para saber qué impacto nos causa, si estamos de acuerdo, si nos molesta.
Es común que a menudo, nos digan algo y no seamos conscientes de que “nos han hecho daño” hasta que sentimos un dolor de estómago, una molestia física.
Debido al estrés diario, las personas disponemos de escaso tiempo para “desgranar nuestras emociones” y pensar con calma.
Al caminar, todo cobra importancia y todo se relativiza
Cuando empezamos a poner ese pie delante del otro, y los metros quedan ya a nuestras espaldas mientras vemos el horizonte en frente de nosotros, las cosas empiezan a cambiar en nuestra mente.
Entras en contacto con la tierra y con el cielo, y en el medio, está tu mente. Es entonces cuando estamos libres de molestias externas y cuando nuestra voz interna empieza a hablar y nos permitimos escucharnos.
Caminar es poner kilómetros y océanos de calma a nuestro cerebro para que pueda pensar. Haces descubrimientos, te das cuenta de muchas cosas y tomas decisiones.
El psiquiatra Fréderic Gros nos dice que, de algún modo, es entrar en contacto con nuestra parte instintiva. Una parte de nosotros se disuelve a medida que hacemos camino, se desprende lo artificial y queda nuestra esencia más pura. Lo que somos y lo que necesitamos.
A su vez, cada paso que damos en esos caminos por los que elegimos caminar en nuestro paseo diario puede permitirnos entrar en contacto con nuestros sueños, quedando así menos alineados a nuestras obligaciones. Todo se relativiza.
Se sabe, además, que la técnica de caminar se ha utilizado desde la antigüedad. Es más, te sorprenderás saber que grandes pensadores como Nietzsche, Rimbaud, Rousseau, Kant, o Marcel Proust, fueron grandes paseantes a lo largo de su vida.
Gracias a este ejercicio cotidiano, conseguían liberar la mente y meditar con mayor profundidad sobre la realidad, y sobre sus propias identidades.
¿Por qué no hacerlo nosotros también? Permítete ser más libre y sal a caminar cada día.
Fuente mejorconsalud.com
Todos los días camino mínimo 30 minutos y lo intento hacer siempre que puedo en la playa y descalza. Ayuda a liberar las energías y despejar la mente de tantos pensamientos.