Comer más sano para dormir mejor y, por ende, tener una óptima calidad de vida. El estado emocional -el estrés y las preocupaciones- ocupa un papel relevante en el sueño pero también la alimentación.
Dormir poco y mal puede alterar nuestos genes, tal y como indica una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Asimismo, tener un sueño poco reparador eleva el riesgo de padecer diabetes, obesidad y otras enfermedades cardiovasculares.
La serotonina y la melatonina son dos sustancias químicas que desempeñan una función determinante en el equilibrio del sueño, hecho por el que deben estar presente en el organismo en la cantidad justa. La liberación de ambos neurotransmisores depende de la disponibilidad de un amionácido, el triptófano, presente en algunos alimentos que favorecerá que las noches sean más apacibles.
La carne roja, el pescado, las aves de corral, los huevos y los lácteos -queso y yogures- son alimentos ricos en triptófano, así como la avena, los dátiles y las bayas de soja. Los tomates, los plátanos, las legumbres como los garbanzos, el arroz y los frutos secos -almendras y cacahuetes- también tienen un efecto relajante que propicia el sueño.
Pescado, fresas , para cenar
Una cena solo a base pescado, frutas del bosque -cerezas, fresas y frambuesas- no es muy recomendable si se hace a diario pero añadir alguno de estos apetecibles elementos en la última comida del día puede ser acertado a la hora de conciliar el sueño y mantenerlo durante toda la noche.
La nutricionista Carla Sánchez Zurdo explica que las personas con niveles altos de ácidos grasos omega 3 y omega 6 «suelen contar con mayor capacidad para conseguir un sueño largo y profundo». Estos elementos podemos encontrarlos en algunos pescados azules como las sardinas, el salmón o la caballa, en los blancos como el fletán, la perca y el bacalao, en frutos secos y en el aceite de oliva y de girasol.
En el caso de las fresas y las cerezas fue un grupo de investigadores de la Universidad de Extremadura quien llegó a la conclusión de que estos frutos contienen triptófano y su fácil ingesta por su ligereza contribuyen a mejorar la calidad y duración del sueño a cualquier edad, aunque el hecho es más evidente en ancianos.
Otro ejemplo de cena es un menú a base de tortilla francesa hecha con calabacín, un caldo de pollo o verdura o una ensalada de tomate con atún en aceite de oliva, rico en omega 3.
Hidratos por la noche, ¿buenos o malos?
Una ingesta excesiva de cualquier tipo de alimento antes de acostarnos, contenga triptófano o no, puede causar una mala calidad del sueño.
De este modo, la Doctora Milagros Merino Andreu, directora de la Unidad del Sueño del Hospital Ruber Internacional, comenta que los hidratos de carbono con bajo índice glucémico, como los que contienen las pastas integrales, «favorecen el sueño por su relación con la hipocretina, que es el neurotransmisor que nos mantiene despiertos».
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