El consumo de una dieta alta en fructosa durante la adolescencia puede empeorar el comportamiento depresivo y alterar la forma en que el cerebro responde al estrés.

La fructosa, un azúcar que se encuentra naturalmente en las frutas y verduras, pero también añadida en muchos alimentos procesados y en bebidas, puede promover efectos cardiovasculares negativos.

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También estimula las vías nerviosas que afectan la forma en que el cerebro responde al estrés, lo que pueden tener efectos conductuales importantes, incluyendo el empeoramiento de los síntomas relacionados con la depresión y la ansiedad.

Tales efectos son motivo de especial preocupación durante los años de la adolescencia, que es un momento crítico para el desarrollo de la respuesta al estrés del cerebro.

Para determinar si el consumo de fructosa tiene el potencial para crear cambios a largo plazo en el metabolismo y el comportamiento durante la adolescencia, los investigadores alimentaron a ratas adolescentes y adultas con una dieta alta en fructosa.

Después de 10 semanas, sólo las adolescentes tuvieron una respuesta de la hormona del estrés diferente a un factor de estrés agudo, que era coherente con su comportamiento depresivo.

Una vía genética en el cerebro que juega un papel clave en la regulación de la forma en que este responde al estrés también estaba alterada.

Estos hallazgos indican que el consumo de una dieta rica en fructosa durante la adolescencia puede exacerbar los comportamientos depresivos y afectar la forma en que el organismo y el cerebro responden al estrés.

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