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Un conocido psicólogo norteamericano, David Elkind, ha publicado un libro en el cual se afirma que los niños han perdido en los últimos veinte años doce horas de tiempo libre por semana, incluyendo ocho de juego espontáneo y actividades al aire libre.

Ese tiempo es empleado, según sus trabajos, en actividades pasivas, como mirar TV, que no incentivan la imaginación y favorecen, por el contrario, una variedad de fenómenos negativos, como la obesidad infantil o precoces situaciones de agotamiento y desgano, que atentan muchas veces contra el bienestar y el propio balance natural del ser humano.

Hiperactividad infantil, déficits de atención, trastornos de la conducta alimentaria, depresión infantil, obesidad…

¿Qué les pasa a los niños de hoy?

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Es por eso, que en estos períodos, es imperioso volver a reconectar con los principios básicos de la existencia.

La alimentación del infante, no está basada solamente en la ingesta de comida, sino también en alimento anímico y espiritual. Algunos puntos esenciales más allá de una alimentación sana y orgánica, es el juego del niño.

¿Qué tipos de juegos y elementos les estamos ofreciendo a los niños para jugar? ¿Respetamos sus ritmos?

Las nuevas tecnologías impiden cada vez más a niños y adolescentes de hoy en día que exploren su alrededor ya que facilitan sus problemas.

Muchas familias de hoy en día impiden que sus hijos puedan salir a dar una vuelta en bicicleta o salir un rato a jugar por miedo. Esto causa que esos niños tengan mayor adicción a las tecnologías.

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No valoran la naturaleza ya que no están familiarizados con ella, esto causa que no la protejan y lo que no protejan, lo perderán.

Uno de los problemas de la tecnología es que tú no la controlas, si no que mientras que no te das cuenta ella te controla a ti.

La sociedad ha convertido los medios en parte de la vida diaria. No debería de haber nada tan importante que no pueda ignorarse o cambiarse, ni siquiera la conexión con la naturaleza o con el mundo en el que vivimos.

Recordemos entonces, que si conducimos a los niños a saber jugar correctamente, estaremos dando forma a ese ser anímico espiritual que anhela desarrollarse en libertad.

“Las facultades que determinan nuestra inteligencia, nuestra experiencia vital y nuestra conducta social, son resultado de que en la infancia nos hayan conducido a saber jugar correctamente”

Rudolf Steiner