La digestión es uno de los procesos fisiológicos más complejos en el ser humano. Su objetivo consiste en extraer y transformar adecuadamente los nutrientes que contienen los alimentos para que las células puedan aprovecharlos y alimentarse.

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Sin embargo, son muchos los factores que pueden interferir o malograr una digestión. Y si ésta no se lleva a cabo de forma correcta, será fácil que esos nutrientes se degraden y terminen convertidos en toxinas.

Pero, claro, nuestras células no quieren toxinas, quieren nutrientes.

Uno de esos factores, bastante frecuente, es tomar demasiado líquido durante las comidas.

Veamos por qué.

En nuestro aparato digestivo existen unos detectores que analizan la naturaleza química de los alimentos que tomamos en cada comida. Tal que así, conforme vamos comiendo, nuestro estómago y glándulas anejas (hígado, páncreas, etc.) van segregando una serie de jugos gástricos específicos cuya composición y cantidad va en función del tipo y de la cantidad de alimento que ingerimos.

Cuando bebemos líquido durante las comidas (o inmediatamente después), la tendencia es a que ese jugo digestivo que ha producido nuestro aparato digestivo se diluya, y, por lo tanto, pierda eficiencia.

Y si faltan jugos digestivos, evidentemente la digestión no puede hacerse correctamente, es decir, puede retrasarse, o pueden fermentar dichos alimentos. Esto es lo que ocurriría si el líquido ingerido es agua (el más inofensivo de todos), pero si se trata de otros líquidos diferentes la cosa se pone aún peor.

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Si lo que tomas durante las comidas es leche, bebidas refrescantes o alcohólicas, las interferencias en la digestión aún serán mayores, porque tanto el alcohol, el azúcar, o las macroproteínas (en el caso de la leche) requerirían digestiones específicas e independientes, por lo que cuando estos líquidos se juntan en el estómago con los alimentos, el caos está asegurado.

Así pues, lo mejor es evitarlos.

De todos modos, incluso evitando estos líquidos, es fácil que algunas personas experimenten bastante sed durante las comidas. Y esto suele deberse a tres factores: que esos alimentos están bastante secos (como unas tostadas, una pizza o una pasta demasiado al dente, por ejemplo), que no se combinan adecuadamente y que no se mastican lo suficiente.

Si concurren esos tres factores o una combinación de ellos, la comida no se digerirá adecuadamente, se producirán toxinas y éstas acidificarán la sangre.

Y si la sangre se acidifica, el cuerpo se verá obligado a pedir agua (sed) para contrarrestar dicha acidificación (condición que se contrapone a alcalinidad).

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¿Cómo evitar la sed durante las comidas?

Cocinando adecuadamente los alimentos.
Al menos al mediodía, procurando tomar una ensalada junto con el alimento principal.

Combinando adecuadamente los alimentos.
Masticando muy bien la comida.

Bien es cierto que en algunas comidas, aunque se combinen y se mastiquen adecuadamente los alimentos, y éstos estén bien cocinados, puede surgir la sed.

¿Y qué hacer entonces?

Procurar beber un agua lo más ligera posible.
Tomar pequeñas cantidades de líquido cada vez que vayamos a beber.

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Evidentemente, no es lo mismo tomar medio vaso de agua en una comida que tomar dos o tres. Medio vaso interferirá poco o nada con la digestión, pero dos o tres vasos (o más) seguro que sí.

Conviene tener en cuenta que todas estas premisas que comento están orientadas a que puedas hacer mejor las digestiones, y no ya sólo para aprovechar mejor los nutrientes y evitar la formación de toxinas, sino, también para evitar enfermedades digestivas, algunas de las cuales son el resultado de no hacer bien las digestiones durante años.

Sobre el Autor

Carlos Lacomba Verdés , educador para la alimentación, la salud y el bienestar; especializado en el origen emocional de las enfermedades y en desarrollo personal .

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