El niño de los caballos: Lucha contra el autismo

¿Se puede sacar adelante a un niño autista a base de amor? , ¿Puedes, por lo menos, salvar a tu hijo sin destruir tu matrimonio y a ti mismo?

Todos los padres desean ser buenos padres. La pregunta es cómo. ¿Puede un caballo ser la respuesta?

Esta es la historia real de Rowan ; al principio , parecía normal. Habló muy pronto, y a los 12 meses ya decía cinco palabras que empezaban por be. Luego las perdió.

Cuando, con 18 meses, no conseguía pasar ciertos límites, su madre supo que pasaba algo. Pero su condición estaba rodeada de tantos malentendidos que hasta ella, profesora de desarrollo humano, bromeaba con que al menos no se trataba de autismo, porque el niño establecía buen contacto visual.

Sólo ahora es consciente de que los tópicos sobre el autismo no se basan en investigaciones como es debido. ¿Cuántos niños autistas son tan encantadores como éste? ¿Cuántos pueden mirar a sus padres directamente a los ojos? No lo sabemos: ese trabajo no se ha hecho.

Para Rowan, el autismo adopta una forma llamada PDD-NOS, que significa que sus habilidades comunicativas y sociales están severamente perturbadas, pero que no se ajusta a las definiciones clásicas.

Empezó a agitar los brazos y a balbucear, al tiempo que se encerraba en sí mismo durante horas. Durante dos años sufrió tormentas de fuego neurológicas, que le hacían convulsionarse en el suelo.

«Podía ser porque una brisa le rozaba la mejilla, y a él le parecía como si le estuvieran abrasando con un lanzallamas», afirma Rupert. «No puede expresar qué va mal».

El diagnóstico llegó en abril de 2004, cuando Rowan tenía dos años y medio. Sus padres probaron la receta habitual: logopedia y terapia, análisis de conducta aplicada, eliminación de toxinas, suplementos para ajustar la química del niño.

Pasamos a la entrevista .

A mi hijo Rowan, con dos años y medio, le diagnosticaron autismo. Fue como un golpe en la cara con un bate de béisbol: dolor y una vergüenza irracional. Y culpabilidad.

¿. ..?

Culpas a tus genes. Decidí que tenía que encontrar la forma de penetrar en el mundo de mi hijo y lo encontré sorprendentemente a través de una yegua llamada Betsy.

Volvamos al principio.

Crecí en Londres, de una familia sudafricana con gran afinidad por los caballos, salvo mis padres. Con mis primeros ahorros, a los 14 años, me compré un caballo y me hice adiestrador de caballos.

Paralelamente, estudié la carrera. Mi sueño era compartir con mi hijo el amor a los caballos, pero se derrumbó cuando le diagnosticaron autismo.

Vendí mi caballo, dejé de montar y de viajar (trabajaba como activista de derechos humanos en África y como periodista). Todo se detuvo. Rowan tenía brotes neurológicos que le provocaban berrinches muy violentos. Donde mejor se sentía era en el bosque.

¿Iban a menudo?

A diario. En una ocasión se puso a correr y entró en la cuadra del vecino. Los caballos estaban pastando y se tiró entre sus patas boca arriba, pero no le patearon. La yegua alfa los apartó, inclinó la cabeza e hizo los gestos típicos de sumisión. Nunca había visto a un caballo hacerlo espontáneamente.

Curioso.

Ese mismo año, 2004, ocurrió otra cosa: yo estaba implicado en la lucha de los bosquimanos de Botsuana contra la expropiación de sus tierras y llevé una delegación a la ONU. Algunos de ellos eran sanadores y se ofrecieron a trabajar con Rowan.

¿Y?

Perdió alguno de sus síntomas, pero cuando se marcharon la mejoría desapareció, aunque no su afición a Betsy,así que le pedí al vecino que me dejara montarla con Rowan.

¿Cómo se comportaba Rowan?

Fue como descorchar una botella, empezó a hablar de forma espontánea y seguida. Así que prácticamente vivíamos encima del caballo. Aquellas dos experiencias me llevaron a Mongolia, donde domesticaron por primera vez a los caballos y donde existe una fuerte tradición chamánica. Pero nunca abandoné la terapia convencional.

¿Qué opinó su mujer?

A Kristin no le gustan los caballos y viajar con Rowan es muy complicado: incontinencia, unas rabietas terribles e incapacidad para relacionarse; pero cuando cumplió cinco años iniciamos nuestro viaje.

¿Qué ocurrió?

Pensé que había cometido un gran error. Vimos a nueve chamanes. El primer ritual se hizo interminable para Rowan y muy estresante para Kristin y para mí: parte del ritual era propinarnos latigazos en la espalda; y a Kristin le hicieron lavarse la vagina con vodka. Parecía el fin de mi matrimonio.

… Como mínimo.

Pero algo cambió en Rowan, hizo algo sorprendente: abrazó al hijo del guía que tenía su edad, así que le pedimos al padre que nos acompañara en nuestro viaje a caballo. Se hicieron buenos amigos. Atravesamos Mongolia y llegamos al sur de Siberia.

¿En busca de quién?

De los pastores de renos, cuyos chamanes son conocidos por su gran poder. Ghotse vivía en la cima de una montaña y sus rituales eran distintos de lo que habíamos vivido.

¿Usted se creía todo esto?

Se trata de experimentarlo, no es un proceso racional. Tampoco hay ningún científico que entienda lo que es el autismo. Después de tres días de trabajar con Rowan, el chamán nos dijo que iría perdiendo los síntomas del autismo hasta cumplir los 9 años.

¿Sin condiciones?

Nos dijo que debíamos llevarle a una ceremonia chamánica una vez al año. Yo no sabía qué pensar, pero ese mismo día Rowan se fue junto al río e hizo sus necesidades y en tres semanas sólo tuvo seis rabietas, cuando lo normal es que tuviera seis al día.

¿Y no volvió atrás?

Cuando llegamos a casa Rowan seguía siendo un niño autista, pero las tres disfunciones más graves se habían curado y no ha parado de progresar.

Así que, sin dejar la terapia convencional, una vez al año realizamos esa aventura familiar de viajar en busca de chamanes.

Y ahora se dedica a la equinoterapia.

Ofrezco un lugar en plena naturaleza con diversos animales para que los terapeutas trabajen. Ha cambiado mi visión de la vida: hoy sé que no debes ser nunca demasiado rígido en tus creencias y que el autismo no era un problema que había que resolver, sino una manera distinta de enfocar el mundo.

He conocido a varios adultos autistas que llevan una vida muy eficaz, pero todos se han criado lejos del estrés de la ciudad.

¿Qué otras cosas ha comprendido?

Mire, yo también soy periodista, y el escepticismo es un buen refugio, pero con él nunca se avanza. Rowan no se curó, pero sanó y no puedo explicar ni cómo ni por qué. Llega un momento en que uno debe sentirse cómodo aunque no lo comprenda todo.

… Sería imposible.

Hoy sé que lo principal es escuchar a tu hijo, porque Rowan me llevó al caballo. Como no podía expresarse, lo hizo colocándose entre ellos y tuvo que hacerlo varias veces hasta que entendí y lo monté sobre uno.

» Hoy sé que no debes ser nunca demasiado rígido en tus creencias y que el autismo no era un problema que había que resolver,

sino una manera distinta de enfocar el mundo «

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