Son más saludables: Porque están libres de residuos tóxicos procedentes de químicos, pesticidas, fertilizantes o aditivos sintéticos. Protegen la salud del consumidor y del agricultor.

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Ayudan a mantener el balance bioquímico de nuestro organismo: Porque no contienen trazas de anabólicos ni de hormonas STB.

Son más nutritivos: Contienen mayores proporciones de vitaminas, proteínas, antioxidantes, azúcares naturales y minerales que los productos convencionales.

Tienen mejor sabor, color y aroma: Ya que los métodos utilizados en su producción son naturales y no alteran su calidad nutricional.

Promueven el desarrollo del comercio justo: A través del apoyo a productores independientes que reciben un pago justo por sus productos sin la participación de intermediarios.

No dañan a los ecosistemas: Porque no utilizan variedades transgénicas (que sí usan pesticidas), ni se permite la irradiación de semillas; en cambio, promueven el cultivo de variedades criollas, salvándolas de la extinción.

Agua más pura: Al no utilizar productos peligrosos ni gran cantidad de nitrógeno, se elimina la contaminación de las fuentes de agua potable, cuidando este recurso para el futuro.

Suelo fértil: El suelo es el fundamento de la cadena alimentaria y la principal meta y preocupación de la agricultura orgánica. Estamos ante la mayor erosión y pérdida de suelo fértil debido a las prácticas agrícolas convencionales.

Más energía: Los procedimientos que utiliza la agricultura tradicional insumen enormes cantidades de energía. La agricultura orgánica, tiene su base en la práctica del trabajo intensivo y manual.

Rescatan y promueven la biodiversidad: Porque los métodos de producción utilizados no generan problemas ecológicos. Una responsabilidad social compartida desde el productor, al consumidor.

Fuente mercadopuntoverde.com.ar